31/08/10 El vínculo entre Nación, provincias y municipios está desarticulado, por lo que no tenemos muy desarrollada una visión compartida de futuro.
PorGustavo Blutman. PROFESOR E INVESTIGADOR DE LA FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS (UBA) E ISALUD
El vínculo entre la Nación, las provincias y los municipios se encuentra desarticulado. Se requieren políticas públicas específicas que comiencen a plantear nuevos lazos de confianza .
Si bien se ha hablado mucho sobre los procesos descentralizadores en diferentes partes del mundo, el municipio, que sería el ámbito más descentralizado, aún no ha obtenido en nuestro país la totalidad de las herramientas para desarrollarse con un alto grado de autonomía y autarquía. Aunque la tendencia es trasladar todo a las instancias más cercanas a la gente hay que prever que darle mayor envergadura a los municipios no represente un mecanismo para atomizar la gestión.
Las estrategias descentralizadoras de los 90 tendieron a transferir diferentes servicios (salud y educación) sin pensar en el presupuesto, la capacidad organizacional, las características de la población a atender, etc.
El resultado fue librar a cada ámbito a su suerte.
Debemos estar atentos de no idealizar la descentralización, ya que como toda herramienta no es utilizable en todos los casos. La tarea a realizar, para nada sencilla, es la búsqu eda de mecanismos que enlacen la relación de la Nación con las provincias y los municipios .
Los últimos años se han caracterizado por mostrar roles diferenciados entre estas tres instancias jurisdiccionales, en donde la Nación aparece como la gestora de recursos y generadora de espacios de articulación y dirección estratégica; las provincias, como responsables de los grandes sistemas que han quedado a cargo del sector público (salud, educación, seguridad) y los municipios, como la primera línea de contacto con los ciudadanos, en especial en lo referido a acción social.
A esta estrategia relacional de espacios sociopolíticos se la denominó federalismo cooperativo o coordinado.
Sus características centrales apuntan a que los niveles jurisdiccionales compartan la responsabilidad en los procesos centrales bajo la lógica de acuerdos de participación interconectados entre las tres instancias (Nación, provincia y municipio).
En un país con la inestabilidad y debilidad institucional que ha tenido Argentina la estrategia debería dirigirse a fortalecer los elementos de continuidad de las diferentes políticas ; para ello es imprescindible construir o reconstruir el tejido de la confianza en los actores.
En esta historia plagada de desencuentros no es desacertado decir que no tenemos muy desarrollada una visión compartida de futuro, ya que durante décadas se han intentado imponer autoritariamente proyectos sectoriales por encima de un proyecto compartido. Esa sectorialidad nos llevó a un estado social anómico . Tenemos desconfianza unos de los otros, experimentamos un sentimiento de alienación ante la destrucción de estructuras fundamentales de la sociedad que debemos restaurar para intentar ser una sociedad amplia, pluralista, que permita transformar el egoísmo individual, sectorial y jurisdiccional en un proyecto colectivo.
Si bien se ha hablado mucho sobre los procesos descentralizadores en diferentes partes del mundo, el municipio, que sería el ámbito más descentralizado, aún no ha obtenido en nuestro país la totalidad de las herramientas para desarrollarse con un alto grado de autonomía y autarquía. Aunque la tendencia es trasladar todo a las instancias más cercanas a la gente hay que prever que darle mayor envergadura a los municipios no represente un mecanismo para atomizar la gestión.
Las estrategias descentralizadoras de los 90 tendieron a transferir diferentes servicios (salud y educación) sin pensar en el presupuesto, la capacidad organizacional, las características de la población a atender, etc.
El resultado fue librar a cada ámbito a su suerte.
Debemos estar atentos de no idealizar la descentralización, ya que como toda herramienta no es utilizable en todos los casos. La tarea a realizar, para nada sencilla, es la búsqu eda de mecanismos que enlacen la relación de la Nación con las provincias y los municipios .
Los últimos años se han caracterizado por mostrar roles diferenciados entre estas tres instancias jurisdiccionales, en donde la Nación aparece como la gestora de recursos y generadora de espacios de articulación y dirección estratégica; las provincias, como responsables de los grandes sistemas que han quedado a cargo del sector público (salud, educación, seguridad) y los municipios, como la primera línea de contacto con los ciudadanos, en especial en lo referido a acción social.
A esta estrategia relacional de espacios sociopolíticos se la denominó federalismo cooperativo o coordinado.
Sus características centrales apuntan a que los niveles jurisdiccionales compartan la responsabilidad en los procesos centrales bajo la lógica de acuerdos de participación interconectados entre las tres instancias (Nación, provincia y municipio).
En un país con la inestabilidad y debilidad institucional que ha tenido Argentina la estrategia debería dirigirse a fortalecer los elementos de continuidad de las diferentes políticas ; para ello es imprescindible construir o reconstruir el tejido de la confianza en los actores.
En esta historia plagada de desencuentros no es desacertado decir que no tenemos muy desarrollada una visión compartida de futuro, ya que durante décadas se han intentado imponer autoritariamente proyectos sectoriales por encima de un proyecto compartido. Esa sectorialidad nos llevó a un estado social anómico . Tenemos desconfianza unos de los otros, experimentamos un sentimiento de alienación ante la destrucción de estructuras fundamentales de la sociedad que debemos restaurar para intentar ser una sociedad amplia, pluralista, que permita transformar el egoísmo individual, sectorial y jurisdiccional en un proyecto colectivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario