En particular apunta a enfermedades respiratorias y gastrointestinales, de alta prevalencia e incidencia en la infancia.
Fuente: CONICET - http://www.conicet.gov.ar/NOTICIAS/portal/noticia.php?n=3683&t=4
PROPIEDADES. El yogur contiene el fermento probiótico formulado y desarrollado por el Cerela-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet) y está constituido por bacterias lácticas que fueron seleccionadas por sus propiedades y por su capacidad para estimular el sistema inmunológico.
El programa fue lanzado luego de que el año pasado el Cerela-Conicet, que dirige Graciela Font de Valdez, concretó la denominada “Evaluación de los efectos de la administración de un probiótico láctico en la salud de los niños”.
El estudio contó con la participación de la Secretaría de Política Social y del Sistema Provincial de Salud (Siprosa), y consistió en la administración del yogur a 206 niños que asistían a cuatro centros comunitarios ubicados en la periferia del Gran San Miguel de Tucumán.
El resultado fue que el alimento administrado durante seis meses “disminuyó la frecuencia de cuadros infecciosos respiratorios y gastrointestinales, y mejoró el sistema natural de defensa del organismo de los niños”, según consta en el estudio.
CASOS. La prueba consistió en que durante medio año, 104 niños recibieron cinco días por semana el yogur elaborado por el Cerela-Conicet, mientras que otros 102 menores consumieron en igual período un yogur estándar, denominado placebo.
Periódicamente, médicos concurrieron a los comedores para registrar problemas respiratorios o gastrointestinales que padecieran los niños, hablaron con los padres y recolectaron muestras de saliva de los pequeños antes y después de que consumieran el probiótico.
Los resultados del estudio científico demostraron “la aparición de eventos infecciosos sólo en el 34 % de los niños que recibieron el probiótico frente al 66 % registrado en el otro grupo”.
Además, comparadas las frecuencias de catarros, anginas y diarreas agudas en todos los casos, en el grupo de los que bebieron el probiótico la presencia de tales trastornos fue del 31, el 28 y el 26 %, frente al 69, el 72 y el 74 % registrado en el segundo grupo.
Asimismo, el estudio corroboró que los niños alimentados con el probiótico experimentaron una disminución de fiebre y de prescripción de antibióticos respecto de los que no recibieron ese yogur (35 % frente a 65 %, y 40 por ciento frente al 60 % en el segundo caso).
RESULTADO. La conclusión fue contundente: “El yogur probiótico, que contiene la cepa denominada lactobasillus casei CRL 1505, evidencia claros beneficios para la salud de los niños con necesidades básicas insatisfechas mejorando, así, su calidad de vida”.
Otro dato relevante es que “la administración de yogur probiótico a una población de riesgo fue capaz de disminuir la frecuencia de infecciones respiratorias e intestinales o cuadros de mayor severidad, con un efecto preventivo asociado al aumento de la denominada “lgA” de mucosas en los niños que lo bebieron”.
En el folleto que el Cerela distribuye a los niños que participan del programa, se les explica que los probióticos “evitan la formación de sustancias tóxicas en el intestino; mejora la absorción de los nutrientes presentes en el alimento como calcio, proteínas, aminoácidos; enriquecen los alimentos con vitaminas, minerales, y ayudan a digerir mejor el azúcar de la leche”.
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